Fui a la exposición de la nueva joya de Antoine, una muchacha menuda, de ojos inquietos que nunca sonreía ni hablaba mucho, evidentemente preciosa, solía vestir de negro y tenía una melena larguísima. Antoine siempre las elegía muy jóvenes y con un talento dado a la tendencia. Con él ellas tenían el éxito asegurado. Me acerqué a ella puesto haber notado su ausencia durante las conversaciones con otros snobs que Antoine le proporcionaba a modo de mecenas. No pude resistirme a vomitar mi discurso paternal refiriéndome a Antoine como el hombre malvado que no puede resistirse a un nuevo capricho de usar y tirar. En realidad sólo había soltado ese discurso otra vez, fue a una chica rubia que hacía unas acuarelas pastelosas llenas de ternura. Llegó a lo más alto durante un par de semanas aunque probablemente ahora vivía en un piso alquilado y trabajaba en una cafetería o algo así para pagarlo. Aquella me había mirado con cara de horror y había echado a correr a los brazos de su amado Antoine. Pero esta me sonrió ¡me sonrió! ¿qué clase de demonio se ríe de su trágico destino? Esa chica era una zorra en potencia y quería chupar sangre.
-¿Te crees que quiero ser famosa? ¿que mis dibujos lo son todo para mi? Cariño... ¡yo no podría vivir del arte como si fuese una mercancía!
Tras esas palabras rió sin parar y después de mucho rato contemplando su descojone, ella, poniéndose la mano en la tripa a causa del dolor que las carcajadas le produjeron, me miró y me dijo:
-No, en serio, realmente lo que yo quiero ser es sicaria.
Volvió a reír, esta vez moderadamente.
-Entonces, ¿de que piensas vivir, criatura?
-Hoy, de Antoine, ricura, mañana, quién sabe.
señorita fluorescente
Aullamos, aullamos, aullamos, auuuuuuuuuuuu
domingo, 23 de diciembre de 2012
jueves, 16 de agosto de 2012
Somos civilizados
freedom's just another word for nothing left to lose
Usamos zapatillas por suelos limpios y llanos, nos duchamos por lo menos una vez al día, nos vestimos con ropas a las que no tenemos estima, nos alejamos unos de otros sin que nadie nos eche el ojo, cerramos las puertas, ponemos la ropa sobre las sillas, cocinamos cuando es la hora de comer y dormimos cuando es la hora de irse a dormir, no nos gusta sudar, decidimos como gastarnos nuestro dinero en vez de buscar la manera de conseguir algo de dinero, escuchamos música de mierda, sólo bebemos de nuestro vaso, damos de comer a nuestros gatos comida light, tomamos el sol con protección 50, planeamos el día de ir a la playa y preparamos con esmero lo necesario para que nuestra estancia en el mar sea caprichosa y cómoda, estudiamos para recibir un papel con un numero cuanto más alto mejor para mostrar que eres mejor que tu semejante, llevamos sostén, no sin mi cepillo de dientes, hacemos maletas enormes, no nos gusta dormir en el suelo y mear en el campo, tomamos ibuprofeno, nos planchamos el pelo, bailamos y gritamos poco, lavamos y cosemos la ropa continuamente, se nos olvida regar las plantas, invertimos nuestro tiempo de ocio en el facebook, nos creemos lo que dicen los telediarios, hablamos, hablamos, hablamos todo el día por hablar, no podemos estar en silencio y sin hacer nada, echamos un vistazo pero no miramos el lugar que estamos fotografiando, tenemos las ideas claras, no llegamos ni de lejos al placer, no sentimos nada, fingimos sentir todo el rato, no nos interesan las personas, no somos sinceros y nos da igual que otros se bañen en sangre mientras tengamos un móvil grande. Creemos saber el significado de libertad pero no tenemos ni puta idea. De pequeño me impusieron las costumbres, me educaron para hombre adinerado, pero ahora prefiero ser un indio que un importante abogado.
sábado, 30 de junio de 2012
Radiografía
Hoy soy fea como un caballito de mar. El mundo está repleto de sombras y algunas esperan tras las esquinas para dar un paso tras el mío. Se oyen corretear gatitos fantasma en el pasillo. El vómito sigue siendo una amenaza. Vomito, vomito, vomito. El dolor viene de mi huesudo desorden. Y las peleas de unicornios siempre son sangrientas. Penetro en la armonía de la encantadora Barcelona pero la angustia vuelve a provocarme el vómito. El vértigo amenaza con desequilibrarme. Me tambaleo, me tambaleo, no vomito. Cuando cae la noche soy un animal invertebrado. Hoy renuncio al tacto y a la fusión tóxica, se ha nublado mi visión. No tengo fuerza en las piernas así que tendré que permanecer tumbada en el suelo frío. No te asustes querida, empezaremos a beber agua fría para ocultar el frío sudor. Volvemos a estar en tierra de nadie, como ayer, cuando éramos otras capullas. Papi, vuelvo a casa. Ma, dame dinero para un helado. Sangro ansiosa pero confieso felicidad. La gloria es no tener nada, la mayor ventaja de la juventud. Cuando ésta pasa, mejor tener una casa. Y yo, con mi ornitorrinco a cuestas, hago las maletas y me voy al exilio abismal. Justo y necesario.
sábado, 19 de mayo de 2012
Historias de margaritas III
Sedmikrásky |
Cuando desperté el otro lado de la cama estaba vacío. Cogí una chaqueta y me pasé las manos por los ojos para que estos se acabasen de abrir. Sus cosas ya no estaban. La chaqueta era suya y era lo único que quedaba. No me importaba que el suelo estuviese frío, al contrario, era una sensación placentera. Se oía un pitido continuo grave. Salí a fuera para averiguar de donde venía. De pronto sonaron cuatro notas de piano. Eché la vista atrás pero había sido tan sólo mi imaginación. No había ni porche ni jardín ni patio, sin vallas o cualquier marca terrenal, era una casa de la época salvaje, cuando los robos se hacían a mano armada y los criminales eran famosos por ello, no por sus méritos políticos o empresariales, como ahora. Y el sonido chirriante... venía de mi cabeza. No había señales de vida, estaba a años luz de la civilización. Llegué de su mano y la primera noche inundamos de danzas tribales el bosque. Ahora la soledad ya no era de dos. Aquel magnifico lago parecía sólido. Me acerqué lentamente hasta que al tocar el agua con los pies mis pretensiones se esfumaron como envueltas de humo de invisibilidad. Me sequé el pie con la mano y me dirigí a la silla roja, compañera de otra silla roja que ahora estaba de más, y la mesa roja, que aún mantenía con vida el jarrón turquesa con una rosa rosa llena de vitalidad matinal. Utilicé la otra silla para posar mis pies y mandé al sol que me poseyera. Al fin y al cabo, el ser humano no es más que eso, uno mismo contra el mundo. Las nubes me arrebataron el sol igual que yo iba apartando cualquier tipo de sentimiento desbordante que sacaba mis garras de mortal maldita por su condición. En aquel momento no era más que una falsa muerte, nadie podía acceder a mi alma ni a mis caderas. Las relaciones humanas son tan frágiles... nos habíamos querido tanto. A veces la fortaleza es tal que te hace comprender la eternidad, pero esa eternidad permanece en ese momento, y luego, paradójicamente desaparece en busca de una nueva revelación. Me dolían las entrañas, tuve ganas de vomitar pero el sol volvió y me puse a reír como una loca. Dedicaría el día a recoger margaritas para substituir la flor del jarrón y manzanillas para hacer infusiones para beber pudiendo apreciar la belleza del nuevo ramo. Tras decidir aquello, volvieron a sonar las notas de piano. Y el sol volvió a desaparecer entre las nubes.
jueves, 10 de mayo de 2012
Nunca nadie nada
Berkeley fue la mejor época de mi vida, sin duda. Nos conocimos en el 64, no era ni mucho menos el más guapo pero todas andábamos locas por él. Empecé tarde con las drogas, todas mis amigas ya las habían probado. Lucy incluso se pasó de hippie. Su entierro fue el más real al que he ido nunca. Éramos jóvenes y nos sentíamos muy unidos, todos éramos almas gemelas y todo eso. Vietnam nos necesitaba y el mundo entero más. La verdad es que vivíamos sumergidos en la inocencia de un niño pero eso nos ayudó a sacar adelante un mundo que necesitaba avanzar al que no contaba que años después volvería a ser un abismo. Pero así es el ser humano. Y el olvidar no es eterno, el recuerdo puede salir a flote en cualquier momento, al igual que la mierda, eso sí, siempre con una máscara distinta.
Recuerdo sus mejillas rojas aquel día. Y su pelo sucio, unos pantalones anchos, el cuello de su chaqueta que chocaba con el de una camisa blanca un tanto desbotonada... Le dedicó unas palabras bonitas a Lucy, no la conocía mucho pero habían cruzado alguna vez unas palabras en alguna clase compartida y claramente ella poseía el espíritu que todos venerábamos. Mario siempre hablaba gesticulando y miraba intensamente largos ratos a los ojos de los que le escuchaban. Me había ganado un par de miradas de esas pero mis suspiros eran tan compartidos con otras miles muchacahas que mis esperanzas llegaban a ser nulas.
Cuando se lo conté a Claire se lanzó a mi cuello en busca del placer que podía proporcionarle el sufrimiento que me causaría mi muerte inmediata. Semanas después reiríamos comentando su berrinche de aquel día. Resulta que yo andaba leyendo algo de En busca del tiempo perdido, no sé si Sodoma y Gomorra o La prisionera, la cosa es que Proust me hacía sentir una intelectual y eso que aún no había descubierto la Generación Beat que fueron la gota que colmó el vaso de mi pedantería juvenil. Lucía tapas de libros por toda la facultad y aquel día me había saltado una clase de literatura francesa para ir a leer a Marcel a la sombra de un naranjo, sobre un césped muy bien cuidado. El desconcierto llegó cuando alguien murmuró algo que no entendí a mis espaldas. Por un momento pensé que no se dirigían a mi pero al darme la vuelta allí estaba él, con la chaqueta de cuellos blancos y una mano en el bolsillo. Supongo que me puse muy roja porque él sonrió y me pidió perdón por la intromisión. Me preguntó si era mía una libreta de notas que acercó a mis ojos inquietos y casi tartamudeando afirmé. No había podido evitar ver alguno de mis dibujos de la libreta, se disculpó varias veces por haberlo hecho. Y a partir de entonces empezamos a follar cada día.
Cuando se lo conté a Claire se lanzó a mi cuello en busca del placer que podía proporcionarle el sufrimiento que me causaría mi muerte inmediata. Semanas después reiríamos comentando su berrinche de aquel día. Resulta que yo andaba leyendo algo de En busca del tiempo perdido, no sé si Sodoma y Gomorra o La prisionera, la cosa es que Proust me hacía sentir una intelectual y eso que aún no había descubierto la Generación Beat que fueron la gota que colmó el vaso de mi pedantería juvenil. Lucía tapas de libros por toda la facultad y aquel día me había saltado una clase de literatura francesa para ir a leer a Marcel a la sombra de un naranjo, sobre un césped muy bien cuidado. El desconcierto llegó cuando alguien murmuró algo que no entendí a mis espaldas. Por un momento pensé que no se dirigían a mi pero al darme la vuelta allí estaba él, con la chaqueta de cuellos blancos y una mano en el bolsillo. Supongo que me puse muy roja porque él sonrió y me pidió perdón por la intromisión. Me preguntó si era mía una libreta de notas que acercó a mis ojos inquietos y casi tartamudeando afirmé. No había podido evitar ver alguno de mis dibujos de la libreta, se disculpó varias veces por haberlo hecho. Y a partir de entonces empezamos a follar cada día.
Woodstock fue el momento álgido de nuestra relación y también el epílogo nunca esperado. Nos habíamos prometido querernos siempre. De hecho, estábamos convencidos de ello. Pero fue justamente allí, me acuerdo perfectamente, antes de que saliera al escenario Janis, la que ya me traía de cabeza por entonces, cuando conocí a Jean Pierre.
sábado, 7 de abril de 2012
Santa paciencia
Somos todos muy jipis.
No lo voy a negar, me gustan los judíos y su afán por dominar el mundo. Esto segundo me la repampinfla y a Adam Green también. El pseudointelectualismo me aburre pero es una plaga menor. El intelectualismo me agobia pero en días impares de meses oscuros dejo que pasen a mi comedor a contarme un cuento iraní. Soy mujer, lesbiana, negra, comunista y judía. Más quisiera. Me llamo Pedro. Soy profesor y además trabajo en un medio de comunicación muy dado a la vida moderna, con manipulaciones y eso. Vamos, todo un peligro. En realidad estoy mintiendo. Lo hago mucho. Soy estudiante de... ejem... humanidades. A veces entro en la típica fase en que odias a la sociedad pero lo llevo bastante bien desde que me compré una escopeta. Ser urbanita tiente telita. Lo jodido del que no se enamora y sólo tiene la amistad como valor fundamental es que los amigos se enamoran y adoptan un nuevo valor fundamental. Vamos, que te quedas más solo que la una. Pero eh, que yo no creo en el amor, soy hermafrodita y ya me lo hago todo yo solica. La miopía gana seguidores. Mamá, no te preocupes por la insignificancia de la religión a estas alturas, tenemos el fútbol. Mata tus ídolos dicen algunos. Pues no, de algo hay que vivir. Los hooligans son la polla. No es mejor un ateo que un creyente. Y los agnósticos a la hoguera, indecisos de los cojones. Que nos creemos dioses a falta de creer en ellos y pecamos de ego. La ambición tendría que ser humana y no económica, la fama... una mierda. Falta radicalismo, ai, que hemos entendido mal el concepto pacifista. No podemos volver a estar bien, como antes, hay que construir algo nuevo y sacrificar nuestras excentricidades. Llego tarde para ser amante de Janis Joplin, joder. Últimamente no hago más que pensar en lugares estratégicos donde pasar la tercera guerra mundial. Que tiren bombas a los peces gordos otros hermanos. Yo me dedicaré a buscar pequeños paraísos sedientos de carne humana a causa de su virginidad. Siempre me empeño en eso, será porque aún no he encontrado un hogar. Y el patriotismo, una mierda también. Y hablando de mí, sólo pienso tonterías, sí, muy cabreada con el mundo pero hoy estoy más cabreada conmigo misma. Que a veces voy dando lecciones a las almas perdidas y soy la primera en olvidarme de poner la comida al perro. Dios bendiga los perros peludos.
martes, 20 de marzo de 2012
Las vulpes
Vais a morir al igual que lo hice yo. Y será un día de esos que el sol molesta a los ojos pero las nubes lo tapan dejando un brillo acaramelado como aura apocalíptica. Seguro que no será un domingo donde las calles estén tristemente pisoteadas por los fantasmas de vaqueros que en su día fueron los mejores pistoleros. La sangre brotará de los ojos y después de la nariz. Se irá enzarzando el camino hacia la montaña donde fui crucificado. Ellas, a los pies de la cruz, morirán disecadas, vacías de líquido interno tras llorar y llorar. Dejarán sus fundas de piel y huesos al sol y echarán a correr montaña abajo, una incluso rodará por la tierra marón manchando su pantalón. Y luego volverán a pasar por el túnel que separa las estaciones de luz a las de oscuridad en busca de una nueva corrupción. Santa María Buena, mártir. Se encargará de mi funeral el diablo, habrá cánticos profanos y cerveza gratis para todos. Ahora sangro por la boca, he sacrificado un rinoceronte. Me arrancaré los ojos, siempre sé quedar bien con Dios y con Satanás.
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