Aullamos, aullamos, aullamos, auuuuuuuuuuuu



miércoles, 22 de febrero de 2012

El don de la estabilidad

Me he tintado el pelo de azul verdoso como Kate Winslet en Olvídate de mí. Mis labios te pertenecen. Pero yo se los ofrezco a otros. No lloré cuando marchaste, no lloro por las noches por tu ausencia y no lloraré cuando vuelvas. No escapo de tus brazos porque en ellos encontré un día la intemporalidad. Me diste un siempre al que me aferré como una incauta desconcertada ante tal novedad ofrecida entre una mugre impura de unos antepasados inestables. Y dije sí, y te esperé cada día como una gatita sumisa. Pero el sumiso eres tú y tú estás de acuerdo con eso. Espero que comprendas mi perdición. Me escondía en el eterno descanso pero ahora mi cansancio se ha agotado. La sed de vida me alejará cada vez más y más de ti. Y te darás cuenta poco a poco. Por ahora te visitaré. Espero que no descubras todavía mis visitas al más allá, asteroides en los que ya planté algún baobab. Me has acogido en tu castillo, has curado mis arañazos y has hecho que mis silencios no sean un problema, sino una complicidad opaca. Te mereces amor eterno, tuyo es, mío no.

Fausto, Noche de Walpurgis de Delacroix