-Te incomoda que te mire así, fijamente?
-No.
-No tardará mucho en llegar.
-Bien. Igual no tengo prisa.
-¿Qué te gustan, los hombres, o las mujeres?
-Hahaha, ¿por qué me preguntas eso?
-¿No debería?
-No, sí, sí... Pues las mujeres. ¿Cuantos años tienes?
-Tengo diecinueve.
-¿Has tenido algún novio?
-No, ninguno.
-¿Por qué?
-Porque no me ha gustado nadie lo suficiente.
-Pero habrás tenido pretendientes, seguro.
-Sí. Pero o eran tontos, o demasiado buenos, o poco sexys, o... se cansaban de mi juego pensando que pecaba de estupidez e inocencia.
-Eres malvada.
-Un poco. Pero algunos de ellos lo eran más.
-Y lo de los últimos... ¿duele?
-Mucho.
-Yo no creo que seas una chica inocente.
-Vaya. A Kurt le gustaba la inocencia. ¿Qué es lo que me hace carecer de inocencia?
-Que sabes el porqué de ese dolor.
-¿Y no se puede recuperar?
-Por mucho que lo intentes y te aferres a ella, lo único que puedes conseguir es que los que no saben cómo leerte piensen que la tienes. A lo mejor eso es lo que pretendes.
-Esos no me interesan.
Llegó papá y el señor de la americana azul desapareció junto a él tras esa inmensa puerta de la oficina. Grace se puso bien el vestido de topitos rojos y salió a leer una revista de moda a la terraza. No tardó en echar una mirada triste al gran hormiguero que correteaba por la ciudad gris.
3 comentarios:
me gusta mucho ^^
muy bien expresado!
me encanta esa cabecita que tienes :)
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