Aullamos, aullamos, aullamos, auuuuuuuuuuuu



jueves, 7 de julio de 2011

Viajando (a escondidas)

Sin que nadie se enterase, conseguí coger su mano y arrastrarla hasta aquel sitio, mi pequeño paraíso. Le expliqué que fue mi lugar predilecto durante las horas libres de estudio aquellos meses que pasé en Florencia. A ella le fascinó la imagen de un joven yo, extraño en aquella bella ciudad, sentado sobre el cemento gastado junto al río Arno, en una plaza de dimensiones pequeñísimas, que sólo tenía acceso por un callejón minúsculo. Me contó que podía intuir un ser embalsamado por aquel paisaje y sus aromas, dejándose llevar por esas letras que siguen una matemática perfecta y fusionándose con la sublimidad de la ciudad y la belleza de los textos (o tal vez era bella la ciudad y sublimes los textos). Entonces sacó algo de su mochila marrón de cuero, me puso en las manos La Divina Comedia y me dijo 'en voz alta'. Nos acomodamos, abrí el libro por el final, la tercera parte, el Paraíso y empecé a leer. Notaba como sus ojos me exigían pasión. Podía sentirla a ella, ahí sentada, pero también sentía a flor de piel la fe milagrosa de Beatrice. De pronto, su mirada cambió de dirección. Una niña de pelo oscuro y ojos muy verdes nos miraba desde el final del callejón. Le hizo un gesto con la mano y la niña se acercó. Yo miraba de reojo y vi como cogió a la niña y la sentó en sus piernas mientras se ponía un dedo en la boca a modo de pedir silencio. Ahora, las dos me miraban y escuchaban con atención. Acabé el párrafo y levanté la mirada. La niña me sonrió, ella la miraba. En un italiano bastante acertado (que me sorprendió, por cierto), le preguntó como se llamaba a la muchachita. 'Marcela', contestó como cantando. La niña me miró a mí y yo le dije que era un nombre muy bonito (mi acento italiano era aún bastante decente). Después Marcela le preguntó a ella en qué idioma estaba escrito ese libro. Cuando obtuvo la respuesta Marcela bajó al suelo de un salto y se despidió con un dulce 'ciao' y una enorme sonrisa.




Fränzi (Marcela) fotografiada por Ernst Ludwig Kirchner

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