Aullamos, aullamos, aullamos, auuuuuuuuuuuu



domingo, 28 de febrero de 2010

Debían de ser las tres y media de la noche-madrugada cuando vi aquella silueta que se acercaba entre la oscuridad. Tendría unos 17 o 18 años. Estaba comiendo Peta Zetas y le llamó "gatito gordo" a un animalito que pasaba. Llevaba medias de pata de gallo y unas botas de agua. Se le había borrado el rojo de los labios. Creí escuchar cómo murmuraba una canción. Seguí su pista hasta que desapareció dentro de un portal. No parecía triste ni alegre. Una brisa fría me recordó lo bien que se estaba entre sábanas y cerré el balcón con una sonrisa en la cara.

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