Y pensar en aquella tarde que la máquina me odiaba, no era la primera vez que llamaba puta a una puta máquina. Y ver la vida amarilla después de que te cuenten una versión desfasada de caperucita roja. Y contar lo que te cuentan a otra persona que te cuenta cosas. Y escuchar a Yosi decir: ¿Y el gato? Y que te juzguen mal pero que acaben con un "Si ya sabes que yo te aprecio, Marieta". Y dejar de flipar por todo y no flipar por nada pero a la vez seguir flipando con todo. Y darse cuenta de lo que realmente pueden llegar a significar unas palabras que vienen de bocas sensatas y lunáticas. Y reírse recordando el: "Hola perrito guapo, eh" (con el acento catalán de nuestro Núñez más querido). Y escribir cosas que algún loco intentará descifrar pero que solo una o dos personas pueden entender realmente a que se refieren esas palabrejas. Y hacer un test sobre cuanto sabes de Bob Espoja y que te diga que estás aún muy verde y entonces te indignas. Y poner muchas conjunciones y muchos adjetivos pesados, indecisos, lentos y pastelosos. Y no cumplir las espectativas que otros tenían pero sorprender gratamente. Y llegar tarde al videoclub.
2 comentarios:
Tu vales mucho más que esa máquina de aperitivos. Por cierto, creo que soy una de aquellas personas que no ha entendido el sentido de muchas de las cosas que has escrito pero...me parecen unas palabras sinceras sin ninguna metátesis de por medio, y no nos engañemos, esperaba como agua de mayo la actualización de este blog.
yo creo que he entendido la gran mayoria de las cosas.
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