Velo de luto. ha empezado el funeral de nuevo. no empieces otra vez.
escupitajos. ni otoño ni coño. copos blancos cubrirán las hojas marrones, de un marrón oscuro hoy teñido de los lloros de los algodones. Sofá, polla y manta.
La chica solitaria se desvanece entre el ruido del teclado de una blacberri. Toc toc, llaman a la puerta, es Adam, me trae manzanas y una lata de guisantes, me pide que baile con él. Morir sería demasiado dramático. Me arrancaré las tripas tras haberme cargado a la Parca. Huele a cama y no pienso arrastrar los pies en mucho tiempo, décadas de melancolía evitando el vaho. Rescatándome a mí misma, en un impulso viajero, recorreré a espaldas de un halcón vuelos invisibles que fueron de otros. Mamá, no necesito nada ahora mismo, quizá unas pocas monedas para algún que otro pastelito o yogur griego. Estoy sola, fría, enclaustrada y no me da igual quedarme aquí mañana. Dile a papá que iré a veros pronto. La suciedad ya no es oscura. Los monjes cuelgan las sotanas y salen a pasear con el último rayo de sol rojizo del día. Vuelve la navidad y con ella los demás sonríen. Yo, que no sé si existe o no el día, permanezco con el rostro neutro y las manos congeladas. Los acantilados parecen más naturales y poderosos que nunca. En su honor retumba la campana. El horizonte no es de nadie pero las telas que lo acompañan son del azul, rey de arriba y abajo. Deberíamos dormir de puntillas, para que nuestro cuerpo no se enterase. Y luego fardar de vigilia es una fanfarronería. En la ciudad nos tomamos la pulcritud narcisista y la aceleración activista como modelos de recompensa a los ocultos montones de basura y sutiles pérdidas de tiempo. A todo esto, me pican los ojos, es la sal de la brisa veraniega.
Siesta, Pierre Bonnard
Frío, frío, frío en los talones y los árticos son unos mamones.
3 comentarios:
Pues a mi me has hecho llorar bonita, muchas gracias
GENIAL
Qué puede decir uno ante semejante despliegue... ummm
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