Aullamos, aullamos, aullamos, auuuuuuuuuuuu
domingo, 11 de diciembre de 2011
Flores pisoteadas y pis
Enrique guarda en un cajón pinceles y algodón. Algunas veces tienes que hacer algo imperdonable para poder seguir viviendo. Sobre doncellas de rostro pálido y caballos que pisan las flores de su jardín. Bajo los rayos lunares y los rostros gatunos un ejército de sociedad/suciedad, esa que se divide entre dos tierras, los que gozaron El árbol de la vida (y estuvieron al borde del abismo divino) y los que no. Y yo, como soy muy nazi, a la mitad la descarto. Los otros me traen loca. Hoy que es de día pero la luna aún sigue ahí he trasladado la bañera a mi habitación. Sumerjo mis sentidos. Aún así, el sonido de las grietas llega con distorsión a mi cuerpo, esa momia de dedos arrugados. De las grietas sale vegetación. Todo se vuelve menos casual pero más natural. Nos solemos empeñar en negar a las burbujas su función fugaz de cubrir un cuerpo que se pone en pausa. Es la bañera en que la pequeña Lulú reinventaba cuentos de sirenas. Hoy otros placeres de panda, pezones y pececito. Huellas de gritos de romances corporales. En la línea que separa su barba y el ojo derecho, una pequeña manchita que pide a voces unos labios que sirvan de cuentatiempo, escondiendo los latidos. Un guitarrazo y el despliegue del dolor. Mato a cualquiera y si tiene nombre también. Éramos tres en el autobús y una comía mandarina. Mientras tanto yo, embovariada de nuevo, vuelvo a leer Nada.
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1 comentario:
Vull conèixer a la menjava mandarina.
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